LA RESPONSABILIDAD
1. ¿Qué es la
responsabilidad? Una persona responsable toma decisiones conscientemente y
acepta las consecuencias de sus actos, dispuesto a rendir cuenta de ellos. La
responsabilidad es la virtud o disposición habitual de asumir las consecuencias
de las propias decisiones, respondiendo de ellas ante alguien. Responsabilidad
es la capacidad de dar respuesta de los propios actos.
2. Condiciones
para que exista responsabilidad.- Para que pueda darse alguna
responsabilidad son necesarios dos requisitos:
- libertad.- Para que exista responsabilidad, las acciones han de ser realizadas libremente. En este sentido, ni los animales, ni los locos, ni los niños pequeños son responsables de sus actos pues carecen de uso de razón (y el uso de razón es imprescindible para la libertad).
- ley.- Debe existir una norma desde la que se puedan juzgar los hechos realizados. La responsabilidad implica rendir cuenta de los propios actos ante alguien que ha regulado un comportamiento.
¿CÓMO MEJORAR LA
RESPONSABILIDAD?
- Responder de los encargos recibidos. Procurar cumplir los compromisos, las tareas, los deberes. No sólo laborales, también deportivos o familiares. Evitando atribularse con exceso de reglas que pueden conducir a rechazar regulaciones y responsabilidades.
- Reflexionar ante la propia conciencia. Es bueno reconocer errores y culpas. Quien no reconoce culpas puede acabar siendo asesino en serie a quien todo da igual. En este sentido, la responsabilidad mejora con la práctica de la confesión.
- La responsabilidad ante Dios se puede fomentar meditando la pasión, lo mucho que el Señor nos ama, y el cielo que nos espera.
LA VERACIDAD
La
veracidad es otro de los presupuestos básicos de la vida moral. La persona
falaz o mentirosa no solo encarna un gran disvalor moral, como la avariciosa o
intemperante, sino que está mutilada en toda su personalidad, en toda su vida
moral: todo cuanto hay en ella de moralmente positivo está amenazado por su
falsedad y resulta incluso sospechoso; su postura hacia el mundo de los valores
está afectada en su mismo centro.
La persona falsa carece de la actitud de
reverencia a los valores: asume una posición de dominio sobre los seres, los
trata a su antojo, como si fueran una simple ilusión, un juguete de su capricho
arbitrario; no percibe el valor inherente al simple hecho de ser ni la dignidad
que el ser posee en cuanto opuesto a la nada; no respeta la obligación
fundamental de reconocer todo lo que existe en su realidad, de no interpretar
lo negro como blanco, de no contradecir los hechos; se comporta como si no
existiera la realidad. Obviamente, esta actitud implica un elemento de
arrogancia, de irreverencia, de impertinencia. Tratar a otra persona «como si
fuera aire», actuar como si no existieran otras personas, es quizá la mayor
evidencia de desdén y desprecio. La persona falsa adopta esta actitud con
respecto a toda la realidad. El loco desprecia el ser en cuanto ser porque no
lo capta. La persona falsa sí lo capta, pero rechaza dar la respuesta debida al
valor y a la dignidad del ser simplemente porque le resulta inconveniente o
desagradable. Su desprecio del ser es consciente y culpable.
El mentiroso considera que
todo el mundo es, hasta cierto punto, un instrumento para sus propios fines;
todo lo que existe es solo un instrumento a su servicio: cuando no puede usar
algo, entonces lo trata como si no existiera y lo coloca en esa categoría.
LA PUNTUALIDAD
El valor de la puntualidad es la disciplina de estar a tiempo para cumplir nuestras obligaciones: una cita del trabajo, una reunión de amigos, un compromiso de la oficina, un trabajo pendiente por entregar.
El valor de la puntualidad es necesario
para dotar a nuestra personalidad de carácter, orden y eficacia, pues al vivir
este valor en plenitud estamos en condiciones de realizar más actividades,
desempeñar mejor nuestro trabajo, ser merecedores de confianza.
La falta de puntualidad habla por sí misma,
de ahí se deduce con facilidad la escasa o nula organización de nuestro tiempo,
de planeación en nuestras actividades, y por supuesto de una agenda, pero, ¿qué
hay detrás de todo esto?
Para ser
puntual primeramente debemos ser conscientes que toda persona, evento, reunión,
actividad o cita tiene un grado particular de importancia. Nuestra palabra
debería ser el sinónimo de garantía para contar con nuestra presencia en el
momento preciso y necesario.
Para corregir esto, es de gran utilidad
programar la alarma de nuestro reloj u ordenador, pedirle a un familiar o
compañero que nos recuerde la hora (algunas veces para no ser molesto y
dependiente), etc., porque es necesario poner un remedio inmediato, de otra
forma, imposible.
LA JUSTICIA
La
justicia es la concepción que cada época y civilización tiene acerca del
sentido de sus normas jurídicas. Es un valor determinado por la sociedad. Nació
de la necesidad de mantener la armonía entre sus integrantes. Es el conjunto de
reglas y normas que establecen un marco adecuado para las relaciones entre
personas e instituciones, autorizando, prohibiendo y permitiendo acciones
específicas en la interacción de individuos e instituciones.
Este
conjunto de reglas tiene un fundamento cultural y en la mayoría de sociedades
modernas, un fundamento formal:
- El fundamento cultural se basa en un consenso amplio en los individuos de una sociedad sobre lo bueno y lo malo, y otros aspectos prácticos de como deben organizarse las relaciones entre personas. Se supone que en toda sociedad humana, la mayoría de sus miembros tienen una concepción de lo justo, y se considera una virtud social el actuar de acuerdo con esa concepción.
- El fundamento formal es el codificado formalmente en varias disposiciones escritas, que son aplicadas por jueces y personas especialmente designadas, que tratan de ser imparciales con respecto a los miembros e instituciones de la sociedad y los conflictos que aparezcan en sus relaciones.
LA SOLIDARIDAD
La solidaridad es una de los valores humanos
por excelencia, del que se espera cuando un otro significativo requiere de
nuestros buenos sentimientos para salir adelante. En estos términos, la
solidaridad se define como la colaboración mutua en la personas, como aquel
sentimiento que mantiene a las personas unidas en todo momento, sobre todo
cuando se vivencia experiencias difíciles de las que no resulta fácil salir.
Debido
al verdadero significado de la solidaridad no es de extrañarse que escuchemos
este término con mayor frecuencia cuando nos encontramos en épocas de guerra o
de grandes de sastres naturales. De este modo, gracias a la solidaridad es
posible brindarle una mano a aquellos que resultan menos favorecidos con este
tipo de situaciones.
Como
vemos, la solidaridad es más que nada un acto social, una acción que le permite
al ser humano mantener y mantenerse en su naturaleza de ser social. Debido a lo
anterior es que resulta fundamental fomentar y desarrollar la solidaridad en
todas sus aristas, ya que no sólo será necesario llevar a cabo las acciones de
las que se requerirá en momentos de guerra o desastres naturales, sino que será
fundamental de aplicar cuando alguno de nuestros seres queridos, ya sean amigos
o familiares, tengan algún problema en el que nuestra ayuda o compañía sean un
aporte para mejorar en cierto modo la situación.
LA LEALTAD
La
lealtad es una virtud que desarrolla nuestra conciencia. Ella nos conduce
profundamente hacia una situación, a través de ésta, y hacia la salida del otro
lado, emergiendo como una persona más evolucionada.
La
lealtad es un corresponder, una obligación que se tiene con los demás. Es un
compromiso a defender lo que creemos y en quien creemos. La lealtad es un
valor, pues quien es traidor se queda solo. Cuando somos leales, logramos
llevar la amistad y cualquier otra relación a su etapa más profunda. Todos
podemos tener un amigo superficial, o trabajar en un lugar simplemente porque
nos pagan. Sin embargo la lealtad implica un compromiso que va más hondo: es el
estar con un amigo en las buenas y en las malas, es el trabajar no solo porque
nos pagan, sino porque tenemos un compromiso más profundo con la empresa en
donde trabajamos, y con la sociedad misma.
La
lealtad es una llave que nos permite tener auténtico éxito cuando nos
relacionamos. La lealtad es un valor que no es fácil de encontrar. Es, por
supuesto, más común aquella persona que al saber que puede obtener algo de
nosotros se nos acerque y cuando dejamos de serle útil nos abandona sin más. Es
frecuente saber que alguien frecuenta un grupo contrario porque le da más
beneficios. Y lo que acaba ocurriendo es que nadie confía en ese tipo de
personas.
LA HONESTIDAD
Ser
honesto es ser real, auténtico, genuino. Ser deshonesto es ser falso, ficticio,
impostado. La honestidad expresa respeto por uno mismo y por los demás. La
deshonestidad no respeta a la persona en si misma ni a los demás. La honestidad
tiñe la vida de apertura, confianza y sinceridad, y expresa la disposición de
vivir en la luz. La deshonestidad busca la sombra, el encubrimiento, el
ocultamiento. Es una disposición a vivir en la oscuridad.
La
deshonestidad no tendría ningún papel en un mundo en que imperara la realidad y
estuviera habitado por seres humanos plenamente conscientes. Desgraciadamente,
debemos de convivir con la deshonestidad. Los humanos, abrigamos una variedad
de tendencias e impulsos que no armonizan espontáneamente con la razón. Los
seres humanos necesitan práctica y estudio para convertirse en personas
benévolas en las que retomar la chispa divina de la que emergimos. En ese
intento hacen muchas cosas que la prudencia les aconseja ocultar. Mentir es una
“fácil” herramienta de ocultamiento y, cuando se emplea a menudo, pronto
degenera en un vicio que arrastra hacia lo contrario.
La honestidad es de suma importancia.
Toda actividad social, toda empresa humana que requiera una acción concertada,
se atasca cuando la gente no es franca. La honestidad no consiste sólo en la
franqueza, la capacidad de decir la verdad, sino en la honestidad del trabajo
honesto por una paga honesta.
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